La importancia de saber cómo es el cerebro de mi hijo
Hace
poco me preguntaron cómo estimular a un bebé de 6 meses. La madre quería saber
si era conveniente poner a la niña delante de la tele, mostrarle objetos de
colores entre un largo etc. Lo que quería saber, en resumen, era qué hacer para
estimular su inteligencia.
Otra de las preguntas que más me hacen como profesora de inglés es la sobre la edad conveniente para que el niño empiece a estudiar esa lengua. En ambos casos subyace la misma cuestión. Lo que la mayoría de los padres se plantean es cómo estimular los aspectos cognitivos del aprendizaje, pero no son esas las únicas variables que hemos de tener en cuenta,
¿Qué pasa si el bebé no ha desarrollado el patrón cruzado de movimiento, sencillamente porque siempre estaba en brazos?
¿Qué pasa si ese mismo bebé no duerme lo suficiente porque los padres no tienen con quién dejarla para poder salir a tomar una copa?
O ¿qué pasa con el aprendizaje de un idioma si el niño no siente interés alguno por enfrentarse a nuevos retos porque no ha aprendido a tolerar la frustración o el malestar que supone empezar una nueva tarea?
La cuestión es que en el aprendizaje intervienen numerosos factores y es en la base, en los cimientos, donde debemos empezar a construir. Los pilares se sustentan en las cuestiones más básicas que garantizan nuestra supervivencia como especie, es decir, sueño, alimentación, movimiento y, por supuesto, sentirnos seguros; para ello, las emociones son el termómetro que guían todo el proceso. Y, por último, no podemos olvidar los aspectos cognitivos, es decir, el tipo de inteligencia, el estilo de aprendizaje, el papel que juega la atención o la memoria…y, todo ello, va de la mano.
Los
cinco pilares para ser un buen padre
1. Aprender a escuchar, no
solo oír.
·
Cuidar la comunicación en todos los todos los
sentidos, el lenguaje corporal, la tonalidad de la voz, la expresión facial…
·
¿Te pones a la altura del niño para hablar,
escuchas con atención e interés sus comentarios?
2. Enseñar con el ejemplo
La mejor manera de enseñar es a través de
nuestras acciones y actitudes. Nuestras palabras, gestos, y hábitos son un
modelo a seguir. Eso pasa porque todos tenemos unas neuronas, las neuronas
espejo, que imitan lo que ven aunque no nos demos cuenta, y de la misma manera
que si alguien bosteza todos bostezamos, nuestros hijos también van a imitar
nuestras conductas…
Van
a imitar tu uso del móvil, tus palabras, tus gestos y, en general,tu actitud ante la vida
3. Pautas y límites
Debemos
crear hábitos en los horarios, obligaciones y poner límites claros. Y los
hábitos son rutinas acordes a la edad del niño. Recuerda que todo lo que hagas
por él, no va a aprender a hacerlo por sí mismo.
4. Todos a una
Ambos padres deberíamos unificar criterios, al menos, en cuanto a nuestros hijos.
5. Aprender a ser padres.
El amor a nuestros hijos es la base, pero no lo arregla todo.
“Tener una buena tierra no implica recoger una buena cosecha”
Séneca
Y tener un cerebro no significa saber usarlo correctamente, pero podemos aprender a hacerlo si tenemos los instrumentos adecuados. Y ambos, padres y profesores podemos colaborar en el buen desarrollo del niño usando los conocimientos que nos ofrece la Neuroeducación.
Para establecer una colaboración mas eficaz, vamos a compartir una serie de vídeos y talleres en los que explicamos nuestra forma de trabajar en el aula, basada en la comprensión de los motivos del cerebro al aprender, dando a su vez, algunas claves que pueden también ser usadas en casa.
Puedes pulsar en los talleres para acceder a ellos
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